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martes, febrero 20, 2007

¿Qué es un filósofo?

¿Qué es lo que comunmente concebimos como "filosofar"?. De acuerdo a Wikipedia, la filosofía se ocupa de :

"un ejercicio de reflexión y de análisis, sobre las
realidades de la vida, que trata de comprender, con metodología, cómo llegar a explicaciones esclarecedoras sobre la esencia de todos los diversos elementos de la realidad, y especialmente por el obrar de los seres humanos".

En pocas palabras, en el momento en que comenzamos a preguntarnos sobre el porqué vivimos, cual es nuestra misión en el mundo, o las consecuencias de nuestros actos, ya estamos, consciente o inconscientemente, haciendo filosofía. Revisemos este concepto:

"un ejercicio de reflexión y de análisis sobre las realidades de la vida": La función primordial de cualquier filósofo que se respete, es indagar como llegar a la verdad, mediante, reitero, el cuestionamiento a su entorno, en particular sobre temas tan variopintos como la existencia de Dios, existencia del alma, la naturaleza del entorno y de sí mismo, el universo, la conciencia, etcétera. Para esto, se requiere de una metodología, creo que el lector ya se imagina cual: una llamada método científico. De acuerdo al interés que el filósofo sienta por un determinado tema, comenzará a especializarse en una determinada rama. ¿Complicado? Preguntémonos si no hacemos lo mismo, y en asuntos tan comunes como las materias escolares o la preparación de ciertos platillos.

Te preguntarás seguramente, amigo lector, ¿para que me va a servir ser un "filósofo", si ya puedo digerir esos conocimientos gracias a terceras personas?. No, y seguramente corro el riesgo de que me tachen de "loco" o "lunático". Dejemos que la siguiente cita responda:

Es muy frecuente oír la pregunta de para que, sirve, cuál es la utilidad de la filosofía. ¿Para qué ciertos hombres se dedican a abstrusas actividades sobre el origen y la naturaleza última de las cosas? «Para qué sirven estos estudios? ¿Qué utilidad práctica pueden reportarnos? ¿Simplemente, como parece acontecer, la de engendrar nuevas especulaciones y enseñarlas a nuevas generaciones?

En términos generales, ha de contestarse a esta objeción que la filosofía, en efecto, no sirve para nada; pero que en esto precisamente radica su grandeza. Las diversas técnicas sirven al hombre, y el hombre sirve a la filosofía en cuanto que la esencia diferencial de su naturaleza propiamente humana es la racionalidad, y ésta le exige la contemplación del ser, el conocimiento desinteresado de la esencia de las cosas. La diferencia fundamental entre la animalidad y la racionalidad es, precisamente, ésta: El animal, ante un objeto cualquiera, si es desconocido para él, puede demostrar algo parecido a la perplejidad inquisitiva, pero lo que oscuramente se pregunta es: ¿Para qué sirve esto? ¿En qué relación estará conmigo? ¿Se trata de algo perjudicial,indiferente o beneficioso? Cuando el animal se tranquiliza respecto a esta cuestión no experimenta ya otra preocupación ante las cosas. El hombre, en cambio, es el único animal que traspasa esta esfera utilitaria y se pregunta, además: ¿qué es? A esto sólo se puede responder con la esencia de las cosas, cuya reproducción en la mente del hombre es la idea o concepto. Ante un extraño fenómeno que aparece en el cielo no se satisface un hombre asegurándole «que está muy lejos» o que «es inofensivo». Será preciso explicarle que se trata, por ejemplo, de una aurora boreal, y si sabe qué es ello, se dará por satisfecho. De este género de curiosidad puramente cognoscitiva es de lo que nunca dio muestra un animal. Por eso los animales no hablan: expresan, sí, su temor o su dolor, su contento, todas sus reacciones sentimentales ante las cosas, pero el hablar consiste en expresar juicios y los juicios constan de conceptos que el animal no capta.

Muchas masas humanas viven de acuerdo con una organización de la vida que se asemeja a la vida animal. Viven en una actividad incesante, febril, encaminada a producir medios útiles para satisfacer necesidades de la vida misma. Diríase que su existir es un ciclo que sirve sólo para mantenerse a sí mismo y repetirse indefinidamente. Si se suprimiese el todo se habrían resuelto dos problemas a la vez: el de la producción y el de la vida, y podría pensarse que nada se ha perdido. Quienes viven de tal forma y de tal forma ven la vida, sólo conciben preguntar ante una obra de arte: ¿Cuánto valdrá?, o ante un descubrimiento científico: ¿Para qué sirve? La filosofía -la ciencia pura- y el arte son, precisamente, las cosas que rompen ese círculo vicioso y confieren un sentido y un valor a la vida. El científico especulativo -el matemático, el físico, el químico, etcétera- investiga por la contemplación pura, por el conocer sin más, aunque en estas ciencias, por la cercana y posible aplicación técnica de sus resultados, resulte frecuente que al investigador lo muevan también miras utilitarias, prácticas. Pero esto, que no ocurre siempre al científico, nunca sucede al filósofo porque su campo está más allá de la posibilidad de aplicaciones técnicas.

La filosofía, pues, no es un medio, sino un fin; no sirve, sino que es servida por las otras cosas, por el hombre mismo, por lo más noble de él, que es su facultad intelectual.

En resumidas cuentas, eso es, un filósofo. A mi juicio, cualquiera puede serlo sin necesidad de títulos universitarios o conocimientos inmensos sobre el mundo; Sólo es cuestión de resucitarle.

Para que pensar valga la pena, en pos de una sociedad mejor.

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