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domingo, febrero 04, 2007

El otro lado de San Valentín

Uno de los valores intangibles que acompañan al ser humano está siendo objeto de una profunda transformación: el amor. Al momento de las relaciones sexuales, por poner un ejemplo de ello, ¿Realmente se “hace el amor” o se satisface una premisa egoísta de una de las partes? ¿Es posible concebir este sentimiento tal y como se nos vende a través de los medios de comunicación, de acuerdo al eterno “cuento rosa”? Quizás en la vida real no sea posible, pero al mismo tiempo nos sirve de divertimento o autoengaño simular o pensar que tal cosa ocurre, respectivamente.

En lo personal no tengo mucha experiencia en cuanto al aspecto sentimental se refiere; en mi caso me he “enamorado” (entiéndase esto como la construcción de un patrón ideal en torno a una persona) sólo en tres ocasiones. Y como los buenos beisbolistas, de tres, todos fueron strikes y por ende, desde hace tiempo me he dedicado a observar el fenómeno del enamoramiento desde la barrera del que cree que tal concepto es un cuento de hadas que dura gran parte de la adolescencia, muchas veces con un final no tan feliz como lo establecen los clichés.

Pero en fin, jugando a ser el Erich Fromm región 4, ¿qué es realmente el concepto de “amor”? Se habla de amar a la pareja, a los amigos, a los padres, a la patria, a Dios, a sí mismo. En estos días se hace particular énfasis en la relación de pareja (homosexual o heterosexual, esto déjese al libre albedrío del lector) o de amistad. Sin embargo, ¿qué implica amar? ¿Una subordinación total de una de las partes hacia la otra o un remedo de comunidad conjunta donde –citando a Mario Benedetti- codo a codo somos mucho más que dos?

Siendo optimistas, debería ser lo segundo. Sin embargo, si se concibe al amor de pareja como el estado sublime de perfección en el plano individual (paréntesis escatológico: siempre reconforta el hecho de pensar que hay alguien que cree en ti pese a que no soporta que te huelan los pies o las axilas), y las parejas nacen, crecen, se casan o viven juntas en nombre de ese “amor”, ¿Por qué el alto índice de violencia de género, divorcios, parejas separadas o en concubinato, entre otros fenómenos? Si el amor se subordina a los intereses egoístas de una de las partes, es muy probable que el concepto individual de “amor” de la misma se haya atrofiado o concebido de manera incorrecta. ¿Factores? Dejemos mejor que respondan los expertos.

Lo que es un hecho es lo siguiente: mientras no haya una concepción justa del amor en la sociedad, fuera de lo que se nos vende como dogma por varios agentes externos, de nada servirá que se vendan chocolates, flores u osos de peluche por toneladas en este mundo, salvo para engordar los bolsillos de quién hace mercadotecnia en nombre de una parte importante de la esencia del ser humano.

De todas formas, feliz 14 de febrero y espero lo pasen bien con sus parejas (si cuentan con ellas); de paso, les recomiendo de verdad reflexionen lo siguiente: ¿realmente el “amor” que brindo a mi pareja es de calidad o sólo satisfago mi egoísta voluntad?


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