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miércoles, enero 17, 2007

Cuando pensar vale la pena...

CUANDO PENSAR VALE LA PENA

Primero que nada hay que hacer un pequeño resumen del propósito de este blog: analizar, desde mi muy particular punto de vista el quehacer de la filosofía y su impacto en la vida actual, ora como una ciencia en particular, ora auxiliada por cualquier otra.

De principio, podrá sonar irónico que un servidor escriba sobre esto (soy informático). ¿No debería estar ocupado discerniendo sobre los últimos gadgets o el nuevo Windows Vista que perder mi tiempo intentando saber quién fue Platón o Guillermo de Ockham? En este contexto, creo que estamos en un error. Si asumimos que la filosofía se considera la más elevada, la madre de todas las ciencias, considero imprescindible, o al menos importante, que cualquier persona, sea médico, arquitecto o informático al menos tenga una “pizca” sobre los fundamentos de su área de estudio, o más aun, sobre temas tan inquietantes en particular como la vida, la naturaleza, la existencia de Dios, entre otros.

En realidad, ¿nos detenemos a pensar en ello o nos preocupamos sólo por lo inmediato? la tendencia actual apunta más hacia lo segundo. ¿Pensar sobre la vida, la naturaleza y esas patrañas? ¡Por favor! Eso déjaselo a los loquitos y raros que abundan en las facultades de filosofía, esa carrera que ni siquiera sirve para comer, diría nuestro yo utilitarista. Sin embargo, si no fuera porque mucho antes de que el hombre aprendiera siquiera a usar el fuego o a plasmar sus ideas por escrito, hubo “loquitos” y “raros” que dedicaron su vida a cuestionarse, a investigar y conocer más sobre su entorno, a PENSAR, pues.

Creo que la siguiente cita de “El mundo de Sofía” de Jostein Gaardner lo explica perfectamente:

“Sofía dio por sentado que la persona que había escrito las cartas anónimas volvería a ponerse en contacto con ella. Mientras tanto, optó por no decir nada a nadie sobre este asunto. En el instituto le resultaba difícil concentrarse en lo que decía el profesor; le parecía que sólo hablaba de cosas sin importancia. ¿Porque no hablaba de lo que es el ser humano, o de lo que es el mundo y de cual fue su origen?

Tuvo una sensación que jamás había tenido antes: en el instituto y en todas partes la gente se interesaba solo por cosas más o menos fortuitas. Pero también había algunas cuestiones grandes y difíciles cuyo estudio era mucho más importante que las asignaturas corrientes del colegio. ¿Conocía alguien las respuestas a preguntas de ese tipo? A Sofía, al menos, le parecía más importante pensar en ellas que estudiarse de memoria los verbos irregulares.”

Y sigue:

Querida Sofía. Muchas personas tienen distintos hobbies. Unas coleccionan monedas antiguas o sellos, a otras les gustan las labores, y otras emplean la mayor parte de su tiempo libre en la práctica de algún deporte. A muchas les gusta también la lectura. Pero lo que leemos es muy variado. Unos leen sólo periódicos o cómics, a algunos les gustan las novelas, y otros prefieren libros sobre distintos temas, tales como la astronomía, la fauna o los inventos tecnológicos. Aunque a mí me interesen los caballos o las piedras preciosas, no puedo exigir que todos los demás tengan los mismos intereses que yo. Si sigo con gran interés todas las emisiones deportivas en la televisión, tengo que tolerar que otros opinen que el deporte es aburrido. ¿Hay, no obstante, algo que debería interesar a todo el mundo?

¿Existe algo que concierna a todos los seres humanos, independientemente de quiénes sean o de en qué parte del mundo vivan? Sí, querida Sofía, hay algunas cuestiones que deberían interesar a todo el mundo.”

Sí, se que suena difícil para nosotros, los mortales que no contamos con conocimientos elevados sobre el tema, pero a final de cuentas, creo que cada ser humano, independientemente de su condición, raza, edad, profesión o género tiene dentro de sí a un filósofo, un ser que crece, vive, se cuestiona y cuestiona a su entorno; de hecho, desde que comenzamos a PENSAR, nos convierte automáticamente en filósofos, sin necesidad de ser “raros” o “loquitos”. Sólo es cuestión de despertarle de vez en cuando. Para que PENSAR valga la pena, en pos de una sociedad mejor.


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