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viernes, enero 19, 2007

TODOS SOMOS EL ALMA DEL MUNDO

TODOS SOMOS EL ALMA DEL MUNDO

¿Qué es un ser humano? Sería muy simplista, a mi juicio, suponer que no seamos más que una masa con forma y tamaño determinados porqué un buen día de estos hubo una orgía de genes. Es falso también, que un ser humano sean sólo 217 huesos, 1.70 m y 85 kilogramos de estatura y peso en promedio, respectivamente, con senos y ovarios en el caso de la mujer o sin ellos y con testículos en el caso del hombre, una parafernalia de venas, arterias, linfa, fluidos corpóreos varios, o simplemente tenga cabello o carezca de él. No, no y mil veces no. Eso simplemente describe la envoltura material de la persona.

Me pregunto: ¿y su imaginario personal, qué? ¿Qué hay de sus sueños, ceremonias, manías, pensamientos, complejos, caprichos, locuras, ideas, tics, en fin, de todo lo que ocurra en su yo habido y por haber? En pocas palabras, de aquello que no es tangible ni visible, pero en el mejor de los casos, sea susceptible de serlo. Así pues, si unimos ese amasijo de carne descrito en el párrafo anterior, producto de la unión-intersección de un ovulo con un espermatozoide, con un crisol de sentimientos y moldes mentales preconcebidos, tenemos como resultado a un ser humano. ¿Nombre? Es lo de menos. Igual puede llamarse Pedro Páramo o Juan Pueblo, que María López o Cristina Aguilera, pero todos ellos tienen una característica común, la de PENSAR. La de concebir ideas o materializar otras, la de resolver un problema de física cuántica o sacar la leche del refrigerador, la de escribir estas líneas o leerlas, o al menos pasar los ojos sobre ellas con indiferencia si no se sabe leer, ora por ignorancia, ora por indiferencia.

A lo largo de su vida, el ser humano se convierte en un tamiz donde se crean y mueren sueños, ceremonias, manías, pensamientos, complejos, caprichos, locuras, etcétera. Las 24 horas del día, los 365 días del año. No hay segundo en que este proceso tenga fin, a menos de que se perezca. Dentro de cada uno de nosotros y de nuestros semejantes, ¿qué hay de esa masa con forma poco ortodoxa llamada cerebro? Difícil, o casi imposible saberlo.

He aquí que tenemos a 6500 millones de individuos, de diversas culturas y razas, hombres y mujeres, pobres y ricos, haciendo trabajar voluntaria o involuntariamente su cerebro. De hecho, si pudiésemos medir este fenómeno en términos de “energía”, creo que sería suficiente como para regir toda la actividad del planeta Tierra por miles de años, y hasta el fin de los tiempos. Y pensar que a pesar de tanta grandeza y omnipotencia, nosotros somos sólo polvo de estrellas en un universo quizás infinito, quizás con un límite preconcebido.

Hemos de acabar con cientos de neuronas de nuestro cerebro, pero al mismo tiempo vivimos y somos. Que hermosa ironía. Matar para vivir.

Por eso, creo, como citaba atinadamente una persona conocida, que TODOS SOMOS EL ALMA DEL MUNDO.

Para que pensar valga la pena, en pos de una sociedad mejor.

miércoles, enero 17, 2007

Cuando pensar vale la pena...

CUANDO PENSAR VALE LA PENA

Primero que nada hay que hacer un pequeño resumen del propósito de este blog: analizar, desde mi muy particular punto de vista el quehacer de la filosofía y su impacto en la vida actual, ora como una ciencia en particular, ora auxiliada por cualquier otra.

De principio, podrá sonar irónico que un servidor escriba sobre esto (soy informático). ¿No debería estar ocupado discerniendo sobre los últimos gadgets o el nuevo Windows Vista que perder mi tiempo intentando saber quién fue Platón o Guillermo de Ockham? En este contexto, creo que estamos en un error. Si asumimos que la filosofía se considera la más elevada, la madre de todas las ciencias, considero imprescindible, o al menos importante, que cualquier persona, sea médico, arquitecto o informático al menos tenga una “pizca” sobre los fundamentos de su área de estudio, o más aun, sobre temas tan inquietantes en particular como la vida, la naturaleza, la existencia de Dios, entre otros.

En realidad, ¿nos detenemos a pensar en ello o nos preocupamos sólo por lo inmediato? la tendencia actual apunta más hacia lo segundo. ¿Pensar sobre la vida, la naturaleza y esas patrañas? ¡Por favor! Eso déjaselo a los loquitos y raros que abundan en las facultades de filosofía, esa carrera que ni siquiera sirve para comer, diría nuestro yo utilitarista. Sin embargo, si no fuera porque mucho antes de que el hombre aprendiera siquiera a usar el fuego o a plasmar sus ideas por escrito, hubo “loquitos” y “raros” que dedicaron su vida a cuestionarse, a investigar y conocer más sobre su entorno, a PENSAR, pues.

Creo que la siguiente cita de “El mundo de Sofía” de Jostein Gaardner lo explica perfectamente:

“Sofía dio por sentado que la persona que había escrito las cartas anónimas volvería a ponerse en contacto con ella. Mientras tanto, optó por no decir nada a nadie sobre este asunto. En el instituto le resultaba difícil concentrarse en lo que decía el profesor; le parecía que sólo hablaba de cosas sin importancia. ¿Porque no hablaba de lo que es el ser humano, o de lo que es el mundo y de cual fue su origen?

Tuvo una sensación que jamás había tenido antes: en el instituto y en todas partes la gente se interesaba solo por cosas más o menos fortuitas. Pero también había algunas cuestiones grandes y difíciles cuyo estudio era mucho más importante que las asignaturas corrientes del colegio. ¿Conocía alguien las respuestas a preguntas de ese tipo? A Sofía, al menos, le parecía más importante pensar en ellas que estudiarse de memoria los verbos irregulares.”

Y sigue:

Querida Sofía. Muchas personas tienen distintos hobbies. Unas coleccionan monedas antiguas o sellos, a otras les gustan las labores, y otras emplean la mayor parte de su tiempo libre en la práctica de algún deporte. A muchas les gusta también la lectura. Pero lo que leemos es muy variado. Unos leen sólo periódicos o cómics, a algunos les gustan las novelas, y otros prefieren libros sobre distintos temas, tales como la astronomía, la fauna o los inventos tecnológicos. Aunque a mí me interesen los caballos o las piedras preciosas, no puedo exigir que todos los demás tengan los mismos intereses que yo. Si sigo con gran interés todas las emisiones deportivas en la televisión, tengo que tolerar que otros opinen que el deporte es aburrido. ¿Hay, no obstante, algo que debería interesar a todo el mundo?

¿Existe algo que concierna a todos los seres humanos, independientemente de quiénes sean o de en qué parte del mundo vivan? Sí, querida Sofía, hay algunas cuestiones que deberían interesar a todo el mundo.”

Sí, se que suena difícil para nosotros, los mortales que no contamos con conocimientos elevados sobre el tema, pero a final de cuentas, creo que cada ser humano, independientemente de su condición, raza, edad, profesión o género tiene dentro de sí a un filósofo, un ser que crece, vive, se cuestiona y cuestiona a su entorno; de hecho, desde que comenzamos a PENSAR, nos convierte automáticamente en filósofos, sin necesidad de ser “raros” o “loquitos”. Sólo es cuestión de despertarle de vez en cuando. Para que PENSAR valga la pena, en pos de una sociedad mejor.